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La realidad de lo que acontece en el país no escapa a nadie, ni desde el plano individual (niños, jóvenes, adultos y ancianos), ni desde el grupal (sociedades educativas, de amigos, hermanos, primos,…). Es pública y notoria la afectación dentro de los hogares con diferencias irreconciliables entre hermanos, entre los esposos, entre los padres e hijos.
A todos y a cada uno nos afecta en poco o en gran medida lo que sucede y no podemos apartarnos de esto pero si podemos tratar de manejarlo lo mejor posible, de una manera afectiva.
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Todo me hace resumir la importancia del actuar con inteligencia emocional, concepto a nivel mundial creado en el año 1995 por un estadounidense de apellido Goleman. Este señor le da más importancia para el éxito personal a este concepto y no a la tradicional de inteligencia cognitiva o al coeficiente intelectual. La inteligencia emocional propone que la persona conozca sus emociones, las sepa controlar, maneje confianza y estima por sí mismo y tenga habilidad de colocarse en el lugar de la otra persona para entenderlo, lo que no quiere decir en ningún momento justificarlo, de esta forma aumente su efectividad como persona y su habilidad social.
Con la utilización de este conocimiento propongo la idea de un mediador, que haga conocer a las parte involucradas lo útil que es su manejo en la resolución de conflictos, ya posteriormente las personas podrán actuar solas por su cuenta si interiorizaron la importancia de dicho concepto y su aplicación. Muy útil en la relación de parejas.
Cómo mediar:
- Aprender a escuchar con respeto,
- Propiciar la empatía,
- Evitar juicios descalificadores,
- Intentar flexibilizar posturas extremas,
- Lograr un acercamiento humano entre ambas partes,
- Difundir mecanismos alternativos de resolución de conflictos distintos a la violencia, a la rabia, a la ira,
- Evitar el atropello verbal a través de las acciones.
Qué hacer:
- Lograr que cada quien exprese sus diferencias. Esto requiere de tiempo.
- Tener la disposición interna de colocarse en lugar del otro, propósito de detectar que es lo que impide entender al otro y manejar las diferencias de una manera productiva, comprender un poco más la realidad del interlocutor, dar un tiempo para que se desahoguen y compartan cómo vive y piensa cada quien.
- Evitar los factores que impidan el entendimiento; el apuro, la falta de sinceridad, las verdades a medias, las generalizaciones, los juicios preconcebidos.
- Canalizar hechos concretos que conduzcan a acuerdos no violentos.
- Reconocer al otro como legítimo disidente de tus ideas para que pueda haber negociación.
- Reconocer los puentes de comunicación que se encuentran interrumpidos.
- Reconstruir un historial en común entre ambos factores que permita “desmontar” la disposición de cada uno. Ambas partes deben enfrentarse al problema en donde el mediador debe actuar con una afectiva persuasión.
- Reconocer las fortalezas y debilidades de cada uno estableciendo una comunicación sana entre los verdaderos actores.
- Establecer un compromiso real que no excluya a ninguno de los dos sectores. Se debe negociar, para esto se necesita de una capacitación en las habilidades emocionales. No alimentar el odio y la división con las descalificaciones.
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